Los desafíos del liderazgo multicultural

Los desafíos del liderazgo multicultural

El liderazgo exige desafíos constantes y más aún si le añadimos el factor multicultural o la renombrada diversidad.  Gestionar equipos multiculturales no es algo sencillo. Son muchos los ribetes: la comunicación, el lenguaje, los símbolos culturales, las personalidades.

Y no es que esto sea nuevo, porque desde siempre fuimos distintos unos de otros. Pero nunca hubo tantos equipos conformados por personas de grupos etarios y culturales tan diversos. Los crecientes fenómenos migratorios, la globalización de las empresas han convertido al liderazgo en multicultural, como una práctica cotidiana aprendiendo sobre la marcha.

¿Cómo construimos un equipo sólido y eficiente cuando sus integrantes en apariencia son tan diferentes?

Compartimos algunas ideas, no es una receta. El primer punto, “apariencia”, si nos quedamos en ese límite, será imposible formar un equipo. Es preciso atravesarlo, cruzar la barrera de las apariencias, derribar prejuicios y perder el miedo. Se preguntarán a qué que miedo nos referimos, al temor que nos genera lo diferente del otro, aquello que produce extrañeza y por ende nos es difícil de comprender.

Una vez derribada esa primera barrera, hay que sortear la segunda, respetar primero y reconocer las diferencias individuales para poder construir una mirada en común. Necesitamos conocer, los centros de interés de cada persona, sus ídolos, qué les gusta hacer en su tiempo libre. Y estas son apenas algunas preguntas que pueden permitirnos una aproximación al mundo del otro. Hay muchas más.

Lo descripto en los dos últimos párrafos, es lo que hizo la maestra de “Escritores de la libertad”, cuyo fragmento compartimos, para acercarse a su grupo de alumnos y unir a través de un objetivo común, en este caso la escritura, a una clase dividida por las diferencias.

Aunque hablemos idiomas diferentes (inclusive hablando el mismo idioma), siempre podremos encontrar coordenadas que nos acerquen y sobre todo (no decimos que es fácil) lograr que esas diferencias nos enriquezcan en lugar de separarnos. Ese es el desafío del liderazgo multicultural.

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El liderazgo exige desafíos constantes y más aún si le añadimos el factor multicultural o la renombrada diversidad.  Gestionar equipos multiculturales no es algo sencillo. Son muchos los ribetes: la comunicación, el lenguaje, los símbolos culturales, las personalidades.

Y no es que esto sea nuevo, porque desde siempre fuimos distintos unos de otros. Pero nunca hubo tantos equipos conformados por personas de grupos etarios y culturales tan diversos. Los crecientes fenómenos migratorios, la globalización de las empresas han convertido al liderazgo en multicultural, como una práctica cotidiana aprendiendo sobre la marcha.

¿Cómo construimos un equipo sólido y eficiente cuando sus integrantes en apariencia son tan diferentes?

Compartimos algunas ideas, no es una receta. El primer punto, “apariencia”, si nos quedamos en ese límite, será imposible formar un equipo. Es preciso atravesarlo, cruzar la barrera de las apariencias, derribar prejuicios y perder el miedo. Se preguntarán a qué que miedo nos referimos, al temor que nos genera lo diferente del otro, aquello que produce extrañeza y por ende nos es difícil de comprender.

Una vez derribada esa primera barrera, hay que sortear la segunda, respetar primero y reconocer las diferencias individuales para poder construir una mirada en común. Necesitamos conocer, los centros de interés de cada persona, sus ídolos, qué les gusta hacer en su tiempo libre. Y estas son apenas algunas preguntas que pueden permitirnos una aproximación al mundo del otro. Hay muchas más.

Lo descripto en los dos últimos párrafos, es lo que hizo la maestra de “Escritores de la libertad”, cuyo fragmento compartimos, para acercarse a su grupo de alumnos y unir a través de un objetivo común, en este caso la escritura, a una clase dividida por las diferencias.

Aunque hablemos idiomas diferentes (inclusive hablando el mismo idioma), siempre podremos encontrar coordenadas que nos acerquen y sobre todo (no decimos que es fácil) lograr que esas diferencias nos enriquezcan en lugar de separarnos. Ese es el desafío del liderazgo multicultural.

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