Liderazgo: los colaboradores renuncian a los malos jefes

Liderazgo: los colaboradores renuncian a los malos jefes

Si bien esta frase es popular en el mundo corporativo, todavía falta terminar de concientizar a las empresas, por qué, un mal líder es el motivo principal de la renuncia de las personas y si es posible evitar que esto ocurra: entrenándolo.

Un estudio del Harvard Business Review sobre el tema, entrevistó a más de 300 personas que habían renunciado a sus puestos y encontró que el principal motivo era el trato de su jefe. Sabemos que los líderes están bajo presión [en algunos contextos y empresas más que en otros], y también que dependen de sus equipos para alcanzar los objetivos.

Pero ¿qué pasa si la propia presión se transmite sin filtro a los miembros del equipo?

El trato que recibirán es literalmente: rudo, impropio, y hasta irrespetuoso en alguno casos. La suma de interacciones con estas características como es de esperar dañará el vínculo. Ya quebrado éste, es muy difícil de recomponer, porque si hay algo que sabemos es que cruzar la línea del respeto no tiene vuelta atrás. A partir de ese momento, lo que sigue es el desempeño mediocre o bajo, ausentismo de los colaboradores, lo cual refuerza el vínculo negativo hasta que finalmente las personas dejan la empresa.

¿Tiene solución un jefe con estas características? En primer lugar, dependerá mucho de la persona, no podemos generalizar, ya que en algunos casos hay líderes que pueden aprender cómo “filtrar” la presión que reciben y otros que por características personales no lo conseguirán.

Hay algo que es seguro: necesitará apoyo y entrenamiento de la empresa, en especial del área de RR. HH para poder reaprender cómo comunicarse con sus equipos.

Este reaprendizaje, según el estudio citado tiene varias etapas: modificar la escucha, esto es escuchar con calma lo que el otro [colaborador] le está proponiendo o planteando, calibrar sus respuestas: pensar antes de hablar, y responder teniendo en cuenta al interlocutor, otro de los puntos es tener expectativas realistas respecto de sí mismo y de las personas, ya que expectativas muy altas seguramente van a generar altas dosis de presión hacia los otros. Y quizás, lo más importante, es aprender a decir que no a sus propios jefes cuando evalúan que un objetivo no es viable, y poder proponer caminos alternativos.