¿Alguna vez pensamos que un bot podría ser nuestro mejor amigo? No es una pregunta de ciencia ficción, la compañía Replika, ya la respondió y ha llevado la cuestión a otro nivel.
“Tiempos extraños, piden soluciones extrañas, habla con tu amigo personal de Inteligencia Artificial”, dice el video publicitario que muestra un avatar “el amigo con IA”, quien le pide a una mujer probar lo que está cocinando.
Parece que no estamos tan lejos de la película Her (2013), en la que un escritor entabla una relación con un sistema operativo llamado Samantha.
Esto podría ser más que una tendencia, Replika tiene más de 10 millones de usuarios registrados en todo el mundo, sin contar Woebot y Kuki. De los cuales el 40% entabla relaciones amorosas con sus amigos IA.
A diferencia de los asistentes digitales como Alexa, los bots conversacionales con IA, aprenden hablando con su usuario. Estos pueden diseñar su imagen según sus preferencias, eligiendo género, raza, color de ojos, tatuajes, ropa e intereses. Cuanto más “hablas”, tu Replika adquiere más inteligencia.
Pero no es magia, esto no significa que el chatbot sea empático, ni que pueda sentir emociones, sino que funciona para generar texto sin opinión, sin embargo, mientras más se interactúa con él o ella más imitará los gustos de su usuario, como también las cosas que no le gustan.
Están diseñados para hacer feliz a sus usuarios y logran desarrollar una conciencia de cercanía emocional, tan inquietante como peligrosa.
Si algo queda de manifiesto, que en un mundo hipercomunicado, es más difícil que nunca entablar vínculos, es que nuestra mayor referencia sigue siendo la humana, con todo lo que esto implica. Tanto en imagen como esa tentativa de “comunicación”, que, pese a sus avances, la tecnología no consigue replicar porque le falta lo esencial: las emociones humanas. Por eso, difícilmente un bot pueda ser nuestro amigo.